Hizo de lo muy difícil algo fácil. sin embargo, el maestro fue cayendo por culpa de su pereza y por una cierta negligencia en su juego
El oficial del ejército español José María Capablanca Fernández y la natural de Matanzas, de origen catalán, Matilde Graupera Marín, tuvieron en el Castillo del Príncipe, La Habana, el 19 de noviembre de 1886, a su segundo hijo llamado José Raúl. Con los años se le conoció cono el “Mozart del ajedrez”, y a sido uno de los jugadores de este deporte mejores de todos los tiempos.
Capablanca fue campeón del mundo de ajedrez del 28 de abril de 1921 al 30 de noviembre de 1927. Su antecesor y segundo campeón era el alemán Emmanuel Lasker, que lo fue de 1894 a 1921, y lo sucedió el ruso Aleksandr Alekine, siendo el cuarto campeón del mundo. El primer campeón fue el austríaco Wilhelm Steinitz, de 1886 a 1894.
Las partidas de Capablanca son un paradigma de la sencillez. Hizo de lo muy difícil algo fácil. Gari Kaspárov en “Mis geniales predecesores” (2003) escribe: “En general, el apogeo de Capablanca fue, en mi opinión, en el periodo anterior a su conquista del campeonato [del Mundo, en 1921]. Fue entonces cuando jugó el ajedrez más fresco e interesante, y cuando demostró su colosal superioridad sobre sus contemporáneos. Por esa razón surgió precisamente el mito de su invencibilidad. Nadie podía ver las pequeñas −y, a veces, no tan pequeñas− lagunas de su estilo ‘ultrapuro’. Pero esos errores no eran accidentales, y en el encuentro con Alekhine pasaron a ser trágicos, puesto que echaban por tierra los frutos del enorme trabajo precedente. ‘Capa’ fue cayendo por culpa de su proverbial pereza, y una cierta negligencia en su juego. Si tenía éxito, ¿para qué esforzarse más?”.
Esto que explica Kaspárov lo han analizado otros destacados ajedrecistas y especialista en el tema, concluyendo que si Capablanca hubiera entrenado y preparado a consciencia el torneo, Alekhine nunca lo hubiera ganado. El problema es que Capablanca era un superdotado para el ajedrez y consideraba que no necesitaba entrenamiento ni preparación para ganar una partida o un campeonato. Alekhine, que era también un superdotado como él, lo derrotó y, aunque Capablanca le pidió la revancha, esta nunca se produjo. Alekhine nunca se la dio. Jacques Mieses escribió: “Capablanca dedicó prácticamente todo su tiempo al ajedrez desde el cuarto al vigésimo segundo año de su vida; en ese periodo, 18 años cuentan el doble o el triple”.
El trabajo que se llevó a cabo en el mundo del ajedrez fue tal muchos, entre ellos Capablanca, consideraron que el juego estaba a punto de agotarse, que no podía evolucionar más. Eran demasiado habitual que las partidas acabaran en tablas. De ahí que pensaran así. Por eso Capablanca propuso que el tablero pasara de 8x8 a 8x10.