Es uno de los juegos más antiguos del mundo. Durante cientos de años se le ha conocido como “el juego de reyes”. Jugar al ajedrez es una práctica que tiene numerosos beneficios psicológicos. Hoy hablamos de ellos.
¿Sabías que hay un área en el cerebro vinculada al reconocimiento de caras que se activa en los expertos de ajedrez cuando juegan? En realidad, es la zona que analiza las relaciones espaciales. Jugar al ajedrez activa estas zonas porque el juego requiere una comprensión de las relaciones espaciales entre las piezas.
De hecho, no importa si se es jugador experimentado u ocasional. Las áreas del cerebro encargadas de las relaciones espaciales se activan en ambos. Aunque se ha comprobado que en los jugadores expertos se activan incluso con la sola visión del tablero y las piezas ordenadas en posición de salida.
Curiosidades aparte, los beneficios de jugar al ajedrez son muchos e importantes. A continuación, te hablamos de algunos de ellos, aunque la ciencia sigue investigando y probablemente sean bastantes más. Vamos a verlos.
Crecimiento de las dendritas
Las dendritas son prolongaciones ramificadas de las neuronas. Se ocupan de conducir señales neuronales de otras neuronas. Lo que ocurre es que al estimular su crecimiento, mayor será la captación y el envío de las señales.
Aprender a jugar al ajedrez y hacerlo regularmente estimula el crecimiento de las dendritas. Esto, a su vez, aumenta la velocidad de la comunicación neuronal. Es decir, aumenta el nivel de procesamiento y rendimiento.
Ejercita los dos hemisferios cerebrales
El hemisferio izquierdo del cerebro se ocupa, entre otras cosas, del reconocimiento de objetos. El hemisferio derecho, por su parte, se ocuparía durante el juego del reconocimiento de patrones.
Jugar al ajedrez, seguir sus reglas y la técnica que implica, obliga al jugador a utilizar ambos hemisferios. Por lo tanto, con la práctica regular se ayuda a desarrollar ambos hemisferios
Previene el alzhéimer
La Escuela de Medicina Albert Einstein de la Universidad Yeshiva realizó un estudio cuyos resultados arrojaban datos muy significativos respecto a la práctica habitual del ajedrez. Al requerir una actividad de ejercicio mental, evita que el cerebro se deteriore.
Jugar al ajedrez parece disminuir considerablemente el riesgo de padecer una demencia y combate también sus síntomas. Esto parece aplicarse también a trastornos como la depresión y la ansiedad.