INTRODUCCIÓN
“Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad, un optimista ve una oportunidad en cada dificultad”. Winston Churchill
Frecuentemente me preguntan, tanto entrenadores como padres y madres, cómo pueden ayudar a sus alumnos e hijos a aprender a gestionar la derrota de una forma que les ayude a crecer y madurar.
En otro artículo publicado en la revista Capakhine y titulado “La derrota: el doloroso aliado”, escribí sobre algunas claves que considero esenciales para que nuestro alumnos o hijo, viva de una manera natural, sana e, incluso, positiva, la derrota.
Puede resultar fácil de comprender que las derrotas generan enfado o tristeza y que los jugadores, en ocasiones muy jóvenes, no sepan cómo afrontar estas emociones y gestionarlas de la forma más eficaz para su desarrollo.
Aunque este artículo está destinado a otra cuestión, sí que me gustaría lanzar una pequeña reflexión al respecto de la derrota: la sociedad, en general, parece muy enfocada en la obtención de logros y resultados de una manera, más o menos, rápida.
En nuestro día a día recibimos una gran cantidad de información sobre personajes que han alcanzado el éxito con celeridad, que han logrado sus objetivos, que han conseguido aquello que siempre soñaron. Eso sí, solo se muestra el producto final, el resultado.
Además, cada día con un número creciente van apareciendo nuevos profesionales, nuevas estrategias y técnicas que nos permiten, de manera rápida y eficaz, lograr aquello que deseemos. Queda poco espacio para ver el proceso, para reflexionar y deleitarse sobre el camino que recorremos y en el cual cambiamos a cada momento.
Para mí, el logro no es lo único importante. También cuenta ese camino recorrido, el esfuerzo, la lucha, la constancia, la perseverancia, la resiliencia. Resumiendo: todo aquello que sucede mientras intentas lograr tu objetivo.
Quizá sería importante que nunca dejáremos esta mirada de lado a la hora de valorar los resultados de nuestros pequeños y pudiéramos así recuperar el sosiego y la moderación en el crecimiento y desarrollo de los más jóvenes. Y no solo en resultados, si no también en valores.
APRENDER A GESTIONAR EL ÉXITO
Crecer en el proceso y no en el resultado
Saber lidiar con la derrota parece muy lógico. Pero, ¿aprender a gestionar el éxito? ¿Qué problemas va a haber con un jugador que gana y logra sus objetivos?
A lo largo de las siguientes líneas, me gustaría compartir con vosotros una opinión muy personal y que tiene que ver con mi forma de ver, sentir y comprender los procesos de enseñanza/aprendizaje entre el profesional y sus alumnos y esa gestión del éxito.
El entrenador es una persona que va más allá de la mera transmisión de información sobre ajedrez, mucho más allá de si un peón es débil, si es mejor que juega esta o aquella defensa o que un peón pasado y alejado en el final suele resultar decisivo.
El alumno aprende también sobre el comportamiento del entrenador, sobre cómo este transmite la información, como se relaciona con su entorno y, por supuesto, sobre cómo vive él el ajedrez. Es un modelo para el alumno y como tal, aprenderá mucho más allá que lo que se reciba con las palabras.
En el artículo que lleva por título “Motivando el estudio en ajedrez”, hablamos acerca de un estudio llevado a cabo en 1963-64 y que se conoce como el aprendizaje vicario u observacional.
La idea central, es que los seres humanos aprendemos mediante observación conductas que realiza un modelo. Extrapolando al caso que nos ocupa, los alumnos no solo aprenderán del entrenador sus conceptos, si no que también aprenderán sus conductas e imitarán, a su modo, estas.
Me parece muy importante poner esto de relieve pues en ocasiones se olvida y se puede transmitir al alumno conductas no deseadas en la competición y después sentirse sorprendido por ese comportamiento o censurarlo.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con el éxito? La idea es que el éxito, el triunfo, siempre comenzará por una partida. Y siempre comenzará en clase. Debemos estar muy atentos a las conductas que observemos de los más jóvenes cuando ganen, principalmente, si estos últimos emiten alguna burla o gracia con su compañero, o por otra parte, realizan gesticulaciones exageradas que también pueden servir para molestar al rival.
Es importante, en estos momentos, que trabajemos con ellos la empatía (entendida socialmente como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de sentir cómo se sentirá la otra persona en un determinado momento).
Después que pasen unos minutos, sería importante revisar con él la partida y analizarla. En ella, como siempre, veremos las fortalezas y las debilidades, veremos aquello que el alumno ha hecho de forma positiva y aquello que necesita mejorar.
Este proceso es muy importante para que el alumno pueda ver de forma global la partida, que le ayude a entender qué ha sucedido y, de nuevo, no se quede exclusivamente con el resultado.
Por parte del entrenador, en las sesiones, es importante que muestre interés por el proceso de toma de decisiones del alumno y trate de comprenderlo, a fin de ayudarle de una manera óptima en su desarrollo como ajedrecista.
Y también, lógicamente, que no potencia solo las respuestas “correctas” y omita aquellas que no dan con la clave. Cada respuesta de un alumno es una excelente oportunidad para que todos sigan mejorando y creciendo no solo como jugadores, si no como personas críticas, honestas y seguras.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El entrenador se debe alegrar por las victorias, lógicamente, pero debe estar interesado en qué ha sucedido durante la partida, cuáles han sido las claves, los posibles errores a trabajar, las decisiones tomadas, etc. Y, por supuesto, cómo ha vivido la partida su alumno.
En muchas ocasiones, se da por hecho algunos juicios sobre lo que ha pasado en la partida, sin haber consultado al propio jugador sobre cómo ha lo ha experimentado él. Dar la palabra al alumno es esencial para generar un adecuado clima de confianza y así poder trabajar mejor.
Para finalizar, me gustaría retomar las palabras de Garry Kasparov, que en una entrevista al ser preguntado sobre sus éxitos y si analizaba también sus victorias dijo (no es textual): Absolutamente sí. Aún si se gana, la partida siempre contiene errores. Es inevitable. Lo importante es analizarlos y no volverlos a cometer, porque si no el rival los aprovechará en un futuro.
Aprender a ver el éxito en su globalidad, saber analizarlo y no recrearse constantemente en él, es esencial para disfrutar del juego y seguir mejorando, como jugador y como persona.