Se rasca la brillante calva unos cinco segundos y rompe el silencio con una respuesta del tipo «creo que no me habían preguntado eso nunca. ¿La experiencia más aterradora de mi vida?», dice en tono humorístico, quizá para ganar tiempo, y continúa por el camino donde se siente más cómodo. Lo más reconfortante me ocurre con frecuencia, explica, mediante testimonios que van desde «en mi familia jugamos todos al ajedrez gracias a usted» hasta «mi hijo, que tenía problemas con las drogas, dejó de tenerlos por usted».
Confiesa que procura quitarse rápidamente de su cabeza lo negativo y me recuerda «bueno, tú has empleado la palabra aterradora». Sentado a su gusto en un sofá, con las piernas cruzadas, hurga en su pasado, en mutis total, hasta que, mirando un cielo inmejorable, encuentra o parece encontrar, pues la urgencia por responder casi lo tiene en jaque, esa anécdota que un momento dado le pudo despertar el horror.
A mediados de 1990 propuso y le aceptaron ir con un pequeño equipo de rodaje a Filipinas, donde se jugaba el Torneo Interzonal, con una gran parte de los mejores ajedrecistas del mundo. En Manila, la capital, grabaron tantas entrevistas que les permitieron tener un montón de programas cubiertos. También el plan incluía ir a la isla de Baguio para rememorar el famoso enfrentamiento entre Anatoli Kárpov y Víktor Korchnói, de 1978, el «duelo más escandaloso de la historia».
Durante su estancia ocurrió un terremoto tremendo en Manila y él y su equipo lo pasaron en «un hotel muy bueno y gracias a eso nos salvamos la vida, pues hubo muchísimos muertos». El día anterior cancelaron el viaje a Baguio, por tener demasiado trabajo en la capital. Ya en un aeropuerto, de regreso a España, vio las noticias y se enteró que el epicentro fue en la isla. Observó imágenes del hotel Hyatt Terraces completamente destruido. Allí, donde hubo 80 fallecidos, habían reservado Leontxo García y su equipo de dos personas...