¿Quiere mejorar su cerebro? En esta serie, exploramos los consejos y puntos de vista de expertos sobre las últimas investigaciones para mejorar la cognición y la salud cerebral en distintos sectores de la vida.
Parece que el ajedrez está de moda, al menos desde que millones de personas nos quedamos atrapadas en él durante largos periodos de tiempo hace apenas un ciclo electoral. Primero llegó El gambito de la reina, la entretenida (y digna de un atracón) historia de un prodigio del ajedrez estadounidense de mediados de siglo interpretado por Anya Taylor-Joy que se convirtió en la serie con guión más popular de la historia de Netflix. Sin embargo, el tiempo que lleva el juego en el candelero va más allá de una exitosa serie de streaming. GQ informó el mes pasado de que el ajedrez es la diversión de las superestrellas de la NBA, entre ellas Giannis Antetokounmpo y Luka Doncic. (Por no hablar del ex MVP Derrick Rose, cuyo paso por un concierto de Drake llamó la atención porque estaba jugando al ajedrez en su teléfono).
Los amantes de este juego suelen citar una lista familiar de razones por las que merece la pena jugar: para perfeccionar la capacidad de toma de decisiones; para mejorar la concentración y la atención al detalle; como una forma de desarrollar la inteligencia emocional; como un juego que puede unir a amigos y familiares. El verano pasado, en un estudio publicado por el Journal of the American Medical Association, volvió a aparecer otra razón común para jugar al ajedrez. El ajedrez se citaba como una de las diversas "actividades mentales activas" que pueden reducir el riesgo de desarrollar demencia en etapas posteriores de la vida.
Durante 10 años, los autores del estudio analizaron a un grupo de más de 10.000 ancianos australianos con una edad media de 73 años. Una de las conclusiones fue que jugar con frecuencia a algún tipo de juego -juegos de mesa, cartas o ajedrez- "se asoció con una reducción del 9,0% del riesgo de demencia". Desde luego, éste no es el primer estudio que examina si existe algún vínculo cognitivo entre jugar al ajedrez y mantenerse mentalmente en forma. Especial atención merece la demencia: Los autores citan datos de la Organización Mundial de la Salud que indican que 55 millones de personas padecen demencia en todo el mundo, y que cada año aparecen 10 millones de nuevos casos. En Estados Unidos, esa cifra ronda los siete millones.
El énfasis en un juego como el ajedrez se reduce a un concepto conocido como reserva cognitiva. Como señala el doctor David Ludden, profesor de psicología del Georgia Gwinnett College, hay pruebas de que las personas mental y socialmente activas son capaces de afrontar mejor el daño cerebral que conlleva el desarrollo de la demencia.
"Aprender cosas nuevas, aprender instrumentos musicales, tomar clases: Todo eso puede ayudar a acumular esa reserva cognitiva", dice. "Si has sido jugador de ajedrez toda la vida, probablemente te proporcionará cierta reserva cognitiva". Pero si el ajedrez, en concreto, puede evitar el deterioro cognitivo parece tan claro como qué movimientos debe hacer un jugador de ajedrez novato para tener siquiera una oportunidad contra el gran maestro y campeón mundial de ajedrez Magnus Carlsen.
"En el ámbito de la salud, existen todos estos estudios de asociación, pero no son demasiado convincentes", afirma el PhD David Canning, profesor de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. "Yo diría que el jurado sigue deliberando".
Canning ha pasado los últimos años estudiando activamente el envejecimiento entre los ajedrecistas, sondeando la base de datos de jugadores de la Federación de Ajedrez de Estados Unidos -que, según la USCF, incluye a más de 113.000 jugadores, entre ellos 10.415 que tienen 65 años o más-. Su objetivo es elaborar un estudio que relacione las capacidades cognitivas generales con la habilidad ajedrecística de una persona a lo largo del tiempo. Sin embargo, en la actualidad, dice, los estudios observacionales como el publicado por JAMA el verano pasado son sólo eso: observaciones que parecen promover una hipótesis de usar o perder, pero nada concreto.
"Las personas que juegan al ajedrez tienen un rendimiento superior a la media, y además suelen tener buenas trayectorias", afirma. "No es sorprendente que 10 años después sigan siendo buenos. Es difícil saber si han sido seleccionados así o si se debe a que juegan al ajedrez."
Según Canning, la cuestión más interesante es por qué el riesgo de demencia por edad está disminuyendo realmente en EE.UU. "Lo que estamos viendo es que la edad de inicio de la demencia se está retrasando mucho", dice. Una de las razones podría ser que en EE.UU. hay más gente preparada que nunca. Otra razón podría ser que, a medida que han disminuido las tasas de tabaquismo, ha aumentado la mejora de la salud cardiovascular, es decir, la capacidad de bombear sangre a los órganos, incluido el cerebro.
"No creo que haya pruebas de que debamos presionar a la gente para que realice actividades cognitivas si no lo está haciendo ya", afirma Canning. "Creo que si vas a presionar a la gente para que cambie su estilo de vida, yo haría hincapié en la salud física".
Aun así, no es que jugar al ajedrez vaya a perjudicarte a largo plazo. Reconozco que, desde que me descargué la aplicación el año pasado, intento frenéticamente resolver los rompecabezas diarios de Chess.com. Mi hermano cultivó indirectamente el hábito: Durante las visitas a casa, sin falta, saca el tablero de ajedrez y enseguida me da clase. Lo único que el ajedrez acaba dañando es mi ego.