Combinaba su talento para el ajedrez con su afición a los aforismos. Solía decir que "ganar es fácil, perder es difícil" y añadía que "hay victorias infructuosas y grandes derrotas". Como uno de los más grandes maestros de ajedrez de la Polonia de preguerra, sin duda sabía de lo que hablaba.
Savielly Tartakower, ajedrecista polaco y posteriormente francés de origen judío, seis veces representante polaco en las Olimpiadas de ajedrez, miembro del equipo polaco "de oro" en la Olimpiada de 1930, murió hace 68 años en París.
Enroque internacional
Nació el 22 de febrero de 1887 en Rostov del Don (Rusia), en el seno de una familia judía de origen polaco-austriaco. Sus padres acababan de convertirse al catolicismo, por lo que desde niño utilizó tanto el nombre ruso-judío "Savielly" ("Shaw, Saúl") como el nombre cristiano "Xavier". Heredó de su padre la nacionalidad austriaca, lo que le permitió formarse en la Universidad de Viena, donde se doctoró en Derecho.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, fue reclutado por el ejército austrohúngaro, y después de 1918 aceptó la ciudadanía de la recién renacida República de Polonia. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le sorprendió en Argentina, desde donde consiguió pasar a Europa para luchar como oficial en el ejército del General de Gaulle bajo el nombre falso de "Cartier". Tras la guerra, decidió no regresar a una Polonia arrastrada a la esfera de influencia soviética. Una vez más, cambió de nacionalidad: se hizo francés y, como tal, murió el 4 de febrero de 1956 en París.
Una de las consecuencias más visibles de estos movimientos es que el famoso ajedrecista fue (¡y es!) presentado con un nombre diferente en casi todos los países. En Polonia jugó como Ksawery, en Francia como Xavier, mientras que los ingleses y alemanes asimilaron su "Savielly" judío, escribiéndolo como "Savielly". Y hoy es así como más se le conoce en todo el mundo.
Olimpiadas
Estudiar en Viena tenía la ventaja de que la ciudad contaba con cafés y una próspera vida social, que incluía el ajedrez. Tartakower, que había aprendido a jugar de niño, encontró aquí excelentes condiciones para desarrollar su pasión. Incluso antes de doctorarse en Derecho en 1909, había ganado varios torneos importantes de ajedrez. Poco a poco se fue convenciendo de que no ataría su futuro a su educación. El ajedrez era mucho más atractivo.
Por eso, cuando se convirtió en polaco, se dedicó seriamente al ajedrez. Pronto entró en la élite de los jugadores polacos, participó en prestigiosos torneos en los años veinte y, en la década siguiente, representó a Polonia seis veces en las Olimpiadas de Ajedrez. Ganó cinco medallas en competiciones por equipos (una de oro, dos de plata y dos de bronce) y tres medallas individuales (una de oro y dos de bronce). Fue dos veces campeón de Polonia (1935 y 1937).
Orangután en el tablero de ajedrez
Tartakower se encontró a sí mismo no sólo como practicante, sino también como teórico del ajedrez. Colaboró en revistas de ajedrez y escribió artículos, análisis y comentarios. Publicó muchos libros sobre el juego, el más famoso de los cuales es "Die hypermoderne Schachpartie" ("El juego hipermoderno del ajedrez") de 1924. También se dio a conocer en la comunidad como activista deportivo: en 1935 consiguió que se organizara la Olimpiada de Ajedrez de Varsovia.
Tras la guerra y su asentamiento en Francia, continuó su carrera ajedrecística, pero cada vez se centró menos en la competición y más en la dimensión intelectual del juego real. Tras grandes éxitos deportivos con los colores de Polonia, se centró en el arte del ajedrez propiamente dicho. Era muy apreciado en la empresa por su sentido del humor, y también por lo que se llamaban "leñesismos". Se trataba de aforismos sobre el juego, como "siempre hay una jugada correcta. Sólo hay que encontrarla", "un peón aislado esparce el dolor por el tablero", "un maestro a veces puede jugar mal, un aficionado nunca", "una partida de ajedrez suele ser una historia de 1001 errores" o "una partida de ajedrez siempre se gana tras un error: el de tu compañero o el tuyo propio".
Su humor tampoco le abandonaba a la hora de inventar nuevas estrategias y jugadas sobre el tablero. En 1924, presentó una "apertura del orangután" en un torneo en Nueva York. Tartakower se inspiró supuestamente en la visión de un orangután columpiándose en una liana en el zoo de Nueva York. Por desgracia, parece que la comunidad ajedrecística no está dispuesta a bromear al respecto, porque la maniobra propuesta por Tartakower se denomina hoy en día "apertura Sokolsky", en honor al ajedrecista que escribió toda una monografía sobre esta jugada. Sin embargo, muchos siguen usando el nombre anterior. Al igual que muchos llaman al propio Tartakower por su nombre de pila.
mc