“El ajedrez no se puede enseñar. El ajedrez solo puede ser aprendido…” Mikhail Botvinnik
Cuando los enfoques del entrenamiento deportivo parecían estar conciliándose con firmeza y normalizándose lentamente en los ámbitos ajedrecísticos, se asoma en un rincón del debate, un autor audaz con ansías de alteración, enturbiando las aguas que ya parecían estar mansas, al lanzar desde lo más alto su nueva obra. El emancipador es Davorin Kuljacevic, gran maestro nacido en Croacia y entrenador experimentado, quien ganó reconocimiento con la publicación de “Más allá del material: Ignora el valor nominal de tus piezas y descubre la importancia del tiempo, el espacio y la psicología en el ajedrez” (New In Chess, 2019) , que obtuvo superventas y fue uno de los tres finalistas del galardón Yuri Averbakh & Isaac Boleslavsky Book Awards 2019, el premio al mejor libro de la FIDE, contendiendo ese año con “Pequeños pasos II. Éxito: Dominar el juego de peón pasado” (Quality Chess, 2019) de Sam Shankland y “Cambiador de juego. Las innovadoras estrategias de ajedrez de AlphaZero y la promesa de la IA” (New in Chess, 2019) de Matthew Sadler y Natasha Regan, a la postre, el libro vencedor.
El año pasado, la Comisión de Entrenadores de la FIDE redujo sus opciones a diez libros y tres menciones especiales: una excelente selección de nominaciones de las principales editoriales de ajedrez para los Averbakh & Boleslavsky 2022 Award, que incluye otro título reciente de Kuljacevic, confiriendo un grado más de admiración, ya que no es común que un escritor repita citación en tan prestigiosa y codiciada distinción. A finales de octubre el panel de jueces, compuesto por los conocidos grandes maestros Antoaneta Stefanova, Thomas Luther y Boris Gelfand, hicieron las deliberaciones para nominar tres finalistas [ver 6, 7 y 9 en la tabla 1], anunciando en noviembre como ganador el libro de Markos y Navara. (Tabla 1)
A pesar de no obtener ninguna medalla, el alboroto en cuestión se desencadena porque el visionario Kuljacevic procura entregar con este meritorio trabajo, una respuesta a la pregunta que seguramente todo jugador se ha planteado en algún momento ¿cómo estudiar ajedrez de manera autónoma?
Esta cuestión que, aunque se manifiesta obvia, es crucial para la preparación de todo aspirante serio a maestro. Indudablemente, en la literatura ajedrecística abundan textos de índole instructiva, subyugada al estudio, con los cuales otros autores acreditados ya habían procurado responder la pregunta, continuando no solo con la predisposición hacía el entrenamiento personal, sino manteniendo una tendencia muy popular, como el auto aprendizaje normal. Entre los más populares sobresalen F. Reinfeld (1956), N. Povah (1995), J. Nunn (2000), A. Yermolinsky (2002), J. Waitzkin (2007), I. Smirnov (2013), A. Kalinin (2017) y Welling & Giddins (2021). Pero pese a lo profuso del estante, no se había intentado fundamentar formalmente -desde una perspectiva ideológica-, ni se había pretendido elaborar, al menos con la intención contundente, con tal carácter renovador, polémico y orientador que ofrece el croata. Su más reciente trabajo, “Cómo estudiar ajedrez por su cuenta: crear un plan que funcione... ¡y cumplirlo!”, es un ensayo innovador, no solo por el enfoque y contenido, sino porque se infiere que en la acción (estudiar), se asumen adverbios que obedecen a los propósitos del aprehender, cuyos objetivos son acompañados con método y contenido, lo que supone un discurso sin referencias en el dialecto del juego. Este proyecto de autoaprendizaje, que difícilmente se beneficia de los antecedentes empíricos y contemporáneos en la retórica deportiva, y que apenas cuenta con una escasa tradición autografiada en el mundo de los escaques, reposa en el método y un sinnúmero de recursos bien referenciados.
El investigador se vale del lenguaje claro, la naturaleza amparadora de la experiencia, y una estructura concreta, cuya narrativa despeja dudas de manera contundente, cobijando la justificación del título en este testimonio “…como ajedrecista profesional, se tiene el lujo de dar por hecho todos los estudios que has hecho para llegar a ese nivel”, refiriéndose al experimento que hizo consigo mismo. Mientras la apología hace eco en la mente del lector, sin darse cuenta, es sumergido en una celada: un enfoque retador de estudio que estructura componentes pedagógicos, metodológicos, didácticos y una cuantiosa información valiosa, que se apoya en ejemplos que se ajustan con precisión, basados en el conocimiento que brinda el error, la usanza, la obstinación y la disciplina, sin encauzar la conferencia en conceptos que se creen desgastados, pero que continúan demostrado estar vigentes: se insiste en la persecución de prototipos sistemáticos muy conocidos por cualquier entrenador promedio, e inesperadamente sin proponérselo, el resultado total se sale del contexto tradicional. El autor así, procura explicar cómo y qué estudiar, brinda consejos concretos para cada una de las fases de una partida, e imprime su sello personal integrando estos elementos en un plan de estudio realizable por cualquier aficionado que aspire a elevar su nivel. Consiste, en definitiva, en un boleto para escapar de la intransigencia competitiva.
El orden del contenido se torna sensato, y aunque los temas no son nuevos –y son ampliamente conocidos por casi cualquier estudiante aplicado del ajedrez-, su verdadero valor radica en la esencia, que se revela por sí sola: Un minucioso tratado bien guiado de autoaprendizaje de ajedrez. Dicho abecedario de entrenamiento personal transmite esperanza al novato, respaldo al jugador de club, tranquilidad al jugador avanzado y confianza al entrenador.
Conforme a esto, la meta detrás de la redacción es utilizar los recursos que podrían tener un valor de mejora a largo plazo para los ajedrecistas de cualquier medida. Aparte de convertirse eventualmente en un texto de consulta obligatorio, los objetivos de Kuljasevic, tal cual lo confiesa al momento de escribir, fueron dos: “Alentar a los lectores a estudiar con una estructura adecuada…” y “…ayudar a los lectores a ser independientes en sus estudios”. No obstante, el atributo principal que ofrece es enseñar cómo volverse un estudiante independiente de ajedrez, propendiendo no solo a seguir instrucciones, sino a “indagar, investigar, recopilar, analizar, experimentar, hacer suposiciones, y desafiarse a sí mismo”, advirtiendo oportunamente que el método es muy exigente. También, que todo amante del ajedrez que ambicione mejorar por su cuenta, debe procurar inicialmente reemplazar las actividades de juego por actividades de entrenamiento.
La hipótesis que resuelve la pregunta que orbita, aliviada en una evidencia de superación personal, está delimitada por dos distinciones que el autor soluciona de manera indulgente, y le permiten desarrollar el texto: La primera es la diferencia que existe entre ‘estudiar ajedrez’ y ‘entrenar ajedrez’. Kuljacevic aclara la necesidad de elegir uno de estos términos, en pro de la coherencia. El argumento es que el término ‘estudio’ describe la mayoría de las actividades de los jugadores de ajedrez con más precisión que ‘entrenamiento’, que en cambio usa solo en ciertas situaciones, porque describe aspectos comparativos más prácticos, como sesiones de juego, prácticas de táctica, etc. La segunda es la separación que hace entre ‘estudiar ajedrez’ y ‘jugar ajedrez’. Lo cual, para el autor, es una diferencia más conceptual que semántica, pues estudiar ajedrez involucra toda actividad que se hace cuando no se juega, pero sin restarle importancia a la práctica. El dilema se resuelve enunciando que ambas actividades se desarrollan en paralelo y que solo tienen significado, cuando son mutuamente influyentes e inseparables, y que el progreso solo es posible evaluarlo en conjunto. En cuanto a estas dos operaciones, deberían estar en equilibrio, ya que demasiado del uno o del otro, no es bueno para las habilidades en la práctica.
La evolución del libro se conjuga en dos tareas principales: “La categorización y clasificación de claves, conceptos, y enumeración de métodos típicos de estudio, áreas y recursos” y; “la estructuración del contenido de manera que ayude a construir sistemáticamente un plan de estudio propio”, en palabras de Kuljacevic. Cada uno de los nueve capítulos ostenta su propio ‘ene-cálogo ajedrecístico’, en el que el escritor se encarga de recordar las nociones utilizadas en la sección, menciona el pensamiento de jugadores famosos, valiéndose de estas citas para desarrollar una idea, hacer una analogía, explicar, resolver o afirmar, y llegando incluso, a brindar consejos psicológicos y motivacionales relacionados con los rudimentos y hábitos de estudio. Realmente, lo más atractivo, es la tendencia que tiene a <fundamentar teoría>, y exponer minuciosamente el proceso que ha seguido para hallar estos descubrimientos hasta dogmatizarlos. De este primer indicio del modelo científico seguido que aquí se vislumbra, se hablará en un futuro artículo.
A partir de este punto, se hace un breve repaso del contenido de cada capítulo, y se muestra un ejemplo de uno de los resúmenes presentados por el autor. Los capítulos 1 y 2 exponen la metodología sugerida para estudiar ajedrez: el Capítulo 1 describe cuáles son las mentalidades de estudios de ajedrez, correctos e incorrectos y cómo optimizar los procesos de aprendizaje; y el Capítulo 2 presenta 15 métodos de estudio y la metodología para desarrollar buenos hábitos y deshacerse de los inútiles, que son consignados en una tabla. Los capítulos 3 y 4 aconsejan qué temas ajedrecísticos cultivar: el Capítulo 3 describe las áreas de estudio en las que deben concentrarse los jugadores y cómo distribuir el tiempo entre ellos; y el Capítulo 4 los tipos de recursos de estudio apropiados para jugadores de diferentes niveles y cómo hacer mejor uso de ellos. (Tabla 2)
Kuljacevic se esmera en organizar la información y el interés predomina cuando presenta la información en tablas que, por cierto, convocan siempre un material exquisito para los más laboriosos (ver ejemplo: Tabla 3.3). En este capítulo presenta las siguientes: Fuentes de estudio en línea; Métodos de estudio para fuentes de estudio en línea; Libros de ajedrez recomendados para estudios tácticos; Libros de ajedrez recomendados para finales; Libros de ajedrez recomendados para medio juego; Libros de ajedrez recomendados para la mejora general; y Revistas de ajedrez para un aspirante a ajedrecista. Los capítulos 5 al 8 contienen ejemplos específicos copiados de la experiencia personal del investigador-novelista y consejos para las diferentes etapas del juego: Cómo estudiar varios aspectos de las aperturas, los medios juegos y los finales de manera efectiva por cuenta propia. En el capítulo 9 se discute el material desplegado en un plan de estudio pragmático: Cómo diseñar sus propios planes de estudio y horarios de formación. Pero también aborda otro ítem importante en el proceso científico, como lo es elaborar las preguntas correctas. Se ofrecen ejemplos propios de preguntas tipo, para llevar de la mano a los novatos en el autoaprendizaje: ¿Qué objetivos le gustaría alcanzar como resultado de completar su plan de estudios? ¿En qué período de tiempo le gustaría completar su plan de estudios? ¿Cuál es su tiempo de estudio disponible durante ese período? ¿Qué áreas de estudio incluiría en su plan de estudios? ¿Cuáles son sus áreas clave de estudio? ¿Qué recursos te gustaría usar para estudiar estas áreas? ¿Qué métodos emplearía al estudiar estos recursos? Etc. Y como suplemento, la editorial, anuncia la publicación de un libro de trabajo complementario en noviembre (ver imagen).
El supuesto formativo considerado por Kuljasevic para la elaboración de su modelo educativo se examina a continuación. Se describen brevemente los orígenes del entrenamiento deportivo, para identificar el paradigma de entrenamiento ajedrecístico descrito en el libro, con el objeto de comprender los estigmas culturales representativos y las motivaciones que tuvo el autor para adoptarlas. En retrospectiva, el auto aprendizaje en el ajedrez es una noción muy común y bastante conocida desde tiempos decimonónicos, cuando se infería de los escritos de los jugadores más representativos. Por citar algunos, los tratados de Philidor, Steinitz y Lasker, que establecieron bases creíbles en ese entonces para asentar cualquier estudio, que influencian aún a las generaciones actuales, son una prueba de la angustia por establecer teoría (fundamentar). Un signo de esos tiempos, regidos a la sazón por una revolución industrial cercana. Otras muestras de este interés por continuar cimentando y proponer mejoras a los modelos de aprendizaje y optimizando el acceso a la información han dejado huellas, v.g.: las extravagancias documentales de Botvinnik, el afán por sistematizar las bases de datos de Kaspárov, e incluso la muy actual tendencia a usar motores de análisis para varios efectos, tema del cual incluso, ya algunos entrenadores prestigiosos han creado sus propias obras (libros, multimedia y publicaciones web) sobre el entrenamiento personal mediado por TIC: los trabajos de Tukmakov (2012) y Sadler (2021) son los ejemplos más contemporáneos.
Contrario a la profesión de escritor, la labor de entrenador fue surgiendo silenciosamente con grandes dificultades, considerando que se desarrolló tardíamente comparada a la de escritor, e identificando de igual manera señales muy marcadas. Vale aclarar que imperaba el entrenamiento libre, sobre la figura de un agente externo. La profesión de entrenador de ajedrez, como es de suponer, inicialmente parte desde elementos empíricos y con el tiempo, fue evolucionando paulatinamente cuando se recurrió a la asimilación, adaptación y mejora de teorías de entrenamiento deportivo, que consistían en propuestas consumadas de los prototipos descritos desde inicios del siglo XX, arrebatando casi por completo los discursos que mejor se acomodaban a las contingencias (migrando conceptos de los modelos positivistas, como son ciclos, micro-ciclos, meso-ciclos, péndulo, cargas, campanas estructurales, etc.), teorías que a su vez fueron fundadas directamente de los paradigmas de la psicología y/o la investigación educativa (algunos de las cuales también lo hicieron de la psicología).
Cabe precisar que suele entenderse por paradigma educativo
[…] un modo de ver, analizar e interpretar los procesos educativos que tienen los miembros de una comunidad científica que se caracteriza porque, tanto investigadores como prácticos comparten un conjunto de creencias, valores, normas, fines, lenguajes, postulados y formas de percibir y comprender los procesos educativos (Contreras, 1991).
Se podría afirmar que la enseñanza de la educación física “ha seguido las mismas pautas de la investigación educativa y ha sido trasladada de manera aplicada a nuestra área de conocimiento en cualquiera de los paradigmas de investigación en que se sitúe” (Contreras, 1991). En el campo educativo, el enfoque positivista busca generalizar al intentar descubrir leyes que gobiernen la eficacia de la instrucción, y convertirlas en nociones de planeación. Este enfoque exitoso, el cual divulga que los métodos de las ciencias naturales sean reproducidos en las ciencias sociales, es objeto de crítica, por su acercamiento mecanicista y reduccionista, que excluye aspectos muy individuales y morales.
En este punto los lectores -y especialmente aquellos que se dedican al entrenamiento ajedrecístico-, ya deben estar figurando, que este imaginario que rige su saber y su hacer, ha sido un complicado y accidentado resultado histórico de los modos y planteamientos proyectados por sus antecesores, los cuales, adaptaron preceptos de instrucción descritos para otras disciplinas. Sin embargo, los procesos educativos en nuestro mundo de sesenta y cuatro casillas, hace décadas no se fija en lo que el profesor es (paradigma de presagio-producto), sino en lo que hace (paradigma proceso-producto). Al presente, todo gira alrededor de objetivos de evaluación determinados por un entrenador, a partir de los cuales se estructuran procesos de enseñanza, metodologías de aprendizaje, métodos de valoración, y de medición de progreso. En último lugar, los resultados son analizados en función de un sinfín de variables, que correlacionen la progresión del aprendizaje del estudiante, con variables independientes, receta de cada instructor. Esto fue, es y siempre será posible solo gracias a que el estudio del ajedrez, es un tema inagotable que, aunque permitiría sintetizar una cantidad interminable de maneras de enseñarlo, se ha enfocado en procederes muy específicos como consecuencia de la exigencia del medio competitivo, que ha obligado a los entrenadores a hacer un consenso sobre los métodos, basado en desempeño. La explicación es que impera una perspectiva positivista con una designación especial que “[…] se materializó en un conjunto de teorías, bajo la denominación global de conductismo, fuertemente influidas por ese reduccionismo teórico y metodológico que ha sido el que durante más tiempo decidió y legitimó cual era el conocimiento ‘verdadero’” (Contreras, 1991).
Costa, entiende la programación del entrenamiento como "una síntesis de los contenidos del proceso de entrenamiento según objetivos bien definidos (de la preparación de un deportista), que contempla a los principios que determinan la forma racional de organización de las cargas de entrenamiento, en un período de tiempo específico" (2013). Esta investigación, que sigue un modelo histórico, describe los orígenes del entrenamiento deportivo y lo separa en dos periodos. En el periodo empírico, menciona los primeros antecedentes los cuales basaron sus propuestas sin bases científicas. A su vez, el periodo científico del entrenamiento es dividido entre modelos clásicos y modelos modernos. Algunas propuestas del modelo clásico, aún están vigentes en otras disciplinas deportivas. Los modelos modernos aparecen con mayor conocimiento sobre la fisiología del ejercicio (ver tabla de tendencias de planificación deportiva). En este último grupo, Seirul-lo Vargas propone un enfoque cognitivista del entrenamiento. Esta revolución se opone a la propuesta del modelo conductista, se interesa por el aprendizaje significativo y sostiene que el deportista debe ser estimulado hacía el auto aprendizaje, bajo esquemas propuestos por el agente externo que tanto se ha mencionado. La organización y orientación de las cargas en este modelo está supeditado a la “estructura condicional, coordinativa y cognitiva del proceso de entrenamiento” (Costa, 2013). (Tabla 3)
Esta es la razón por la cual se está considerando como polémica la propuesta de Kuljacevic. Tradicionalmente gran porcentaje de los jugadores de ajedrez, en primera instancia, están casi obligados a estudiar por su cuenta (razón soslaya por la que se siguen publicando libros), pero es este autor quien se hace pionero al estructurar el modelo bajo premisas conocedoras, cuyo método, aunque se vale del conductismo en la forma, considera una estructura epistémica del sujeto en el proceso, pues hace mención a características cognitivistas (p.e., estilos y ritmos de aprendizaje), propias de todo estudiante, que no habían sido estimadas y planteadas antes.
También se menciona en dos ocasiones la posibilidad que este precursor conozca el método científico y la filosofía de la educación. El libro es un tratado eminentemente que sigue el modelo cognitivo centrado en el estudiante, pues considera que “existe aprendizaje cuando el sujeto desarrolla estrategias mentales de procesamiento de la información para integrar el mensaje de instrucción en sus propias estructuras sapientes -que debe incluir la perspectiva cognitiva y social-” (Contreras, 1991). Dichas estrategias son propias del sujeto, y han estado presentes siempre en el aprendizaje, pero el hecho de distinguirlas del método en el ajedrez, y publicarlas, ya es un acto de agitación. Los procesos cognitivos se orientan hacía la actividad profesional para el desarrollo del saber hacer, y en este caso, Kuljacevic, se enfoca en el mejoramiento de las operaciones mentales para jugar bien el ajedrez. Dado que la perspectiva cognitiva tiene sus principios en los estudios sobre aprendizaje motor, compuesto por la manera como el sujeto atiende, recibe, organiza y manipula la información, la forma como memoriza, establece planes de acción y finalmente conjuga todo para tomar decisiones, Kuljacevic se ocupa por abordar cada uno de estos mecanismos, hasta el punto que es consciente que las características de la información (calidad, estructura, extensión y densidad) como las que determinan la capacidad de comprensión.
CONCLUSIONES
El libro de Kuljacevic descansa en un espacio funcional-estructuralista porque desempeña un rol en la organización ajedrecística, que fuerza los estudios en esquemas del entrenamiento y a los actores sociales, es decir los estudiantes, jugadores y entrenadores, hacía una orientación al método. Este enfoque positivista constituye el análisis preponderante en la educación, y los aspectos formativos y deportivos herederos, haciendo innegable que la planificación del entrenamiento ajedrecístico es ante todo el resultado del pensamiento del instructor/entrenador. Por consiguiente, podría demostrarse (requiere investigación), que el auto aprendizaje, o auto entrenamiento en este caso, podría ser el resultado del pensamiento del mismo estudiante.
Tampoco se menciona en ningún aparte del libro, considerar la retroalimentación programada, como una variable determinante en la evaluación de los resultados que informe al estudiante respecto a las correcciones respectivas en la metodología o la apropiación de los conocimientos por cuenta propia (aprendizaje motor). En otras palabras, uno de los riesgos del auto entrenamiento es la carencia de juicios externos para determinar criterios de retroalimentación. También debería considerarse, la calidad de la enseñanza, que el estudiante estaría suministrándose a sí mismo, pues los estudios dependerían de su propia competencia didáctica. Por varios motivos, se evidencia entonces la necesidad de contar con un observador para el proceso, pues no es posible que un jugador consiga juzgar sus avances bajo sus propios indicadores de aprendizaje, gestión, desempeño y escalafón. Este observador se constituiría bajo la figura de un entrenador. Aunque suene contradictorio, involucrar un observador/entrenador, no necesariamente obligaría a optar por perspectivas que quiten flexibilidad al objetivo (¿cómo estudiar por cuenta propia?) o terminaría en otro enfoque, pues ambas actividades, es decir, la autonomía del estudio enlazado con la presencia de un entrenador, no son mutuamente excluyentes y pueden coexistir: el individuo sería quien dictaría su propio aprendizaje bajo indicadores objetivos evaluados por alguien que sí se daría cuenta de los avances.
Ahora se sabe que el ajedrez “contribuye a estimular las habilidades que se requieren para el desarrollo del aprendizaje autónomo” (Mesa, 2016). Así que, cuanto más y mejor se estudie ajedrez, más habilidades de aprendizaje se obtendrían, mejorando a la vez, las habilidades para entrenar ajedrez, y así se seguiría indefinidamente. Un esquema constructivista del cual todo jugador ambicioso y juicioso se beneficia. Este es el eje del famoso método ganador de Botvinnik, la verdadera metodología rusa que tantos invocan, pero cuya doctrina se desconoce.
En definitiva, los resultados del proceso podrían estar limitados por estar determinados por la complejidad inherente al modelo de auto enseñanza elegido, pero desde el saber y propósito de Kuljacevic, el tema más idóneo es el de ofrecer una respuesta técnica satisfactoria a la pregunta inicial, sin profundizar en las variables que se desprenden.
BIBLIOGRAFÍA
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Mikhail Botvinnik Quotes
https://www.azquotes.com/author/31476-Mikhail_Botvinnik
La sistematización del proceso de entrenamiento: origen, evolución y revisión
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Tendencias y regularidades de la planificación deportiva
https://efdeportes.com/efd186/tendencias-de-la-planificacion-deportiva.htm#:~:text=Kotov%20(1916)%20propone%20un%20entrenamiento,semanas%2C%20meses%20y%20el%20a%C3%B1o
Sammy Zamora Cristancho
<sammyzamora@gmail.com> <@Kraisteinkov>
Ing. mecánico. FUA, 1998 / Magister educación (investigación). UMNG, 2019