El ajedrez es un deporte que en apariencia no implica mayor gasto energético, debido a que sus practicantes permanecen sentados utilizando solo un brazo para ejecutar los movimientos, lo que podría llevarnos a pensar que es una actividad similar a estar sentado en el sillón viendo la televisión o leyendo. Esto en parte es cierto, todo depende de la intensidad con la que se practique este deporte. Si se juega una partida con la única intención de pasar un rato de ocio con familiares o amigos, sin propósitos competitivos, nuestro cuerpo no tiene mayor desgaste. Pero si se trata de un deportista que pasa gran parte de su vida, llevando su organismo al límite, con extenuantes jornadas de entrenamiento y competencia, en ese punto si estamos hablando de un gasto energético importante.
A pesar de que el cerebro humano solo representa el 2% del peso corporal, este consume aproximadamente el 20% de la energía del cuerpo, convirtiéndose en el órgano que más “combustible” requiere para su funcionamiento, debido a que se mantiene activo incluso mientras dormimos. Las principales fuentes de energía del cerebro son: el oxígeno y la glucosa, siendo esta última adquirida a través de la alimentación. Es importante saber que el cerebro no produce glucosa por sí mismo, por eso cuando se agotan esas reservas se recurre a otros órganos para obtenerla. Por lo que se podría entender que la actividad cerebral en exceso puede ocasionar un desgaste general del organismo.
Teniendo en cuenta que una sola partida de ajedrez clásico puede durar varias horas; que en los torneos se juegan en promedio 7 partidas, por lo general todas en unos pocos días, en algunos casos se realizan dos o tres partidas cada día, lo que indica que el cuerpo todo el tiempo está sometido a un tremendo estrés emocional, el cual entre otras cosas es el causante de alteraciones en la calidad de sueño del deportista llevándolo a un desgaste general. Se podría deducir entonces que el ajedrez, contrario a lo que muchas personas podrían pensar, es un deporte que requiere un enorme gasto energético.
Destacados investigadores coinciden con esta deducción, como es el caso del doctor Sigahrt Golf del Instituto de Medicina de la Universidad de Giessen, en Alemania, quien afirma que: “El gasto energético, la captación de O2 y la producción de CO2 durante las partidas de ajedrez son similares a los obtenidos durante una maratón”; algo similar piensa el profesor de neurología de la universidad de Stanford, quien afirma que: “los grandes maestros consumen aproximadamente 6.000 a 7.000 calorías durante los días de competencia”. También es conocido el experimento realizado por la empresa Polar en el 2018, donde analizaron la frecuencia cardiaca del GM Ruso Mikhail Antipov durante dos horas de competencia y se descubrió que había quemado 560 calorías. Una cifra muy similar al gasto de los tenistas profesionales durante una hora de partido.
Otra de las evidencias sobre el desgaste ocasionado principalmente por el estrés emocional que se vive en las competencias de ajedrez, es la pérdida de peso corporal que manifiestan algunos deportistas, el caso más conocido es el de Anatoly Karpov, quién en su match por el título mundial de 1984, sufrió una pérdida de 22 libras. En la actualidad, Fabiano Caruana uno de los mejores ajedrecistas del mundo, afirma que baja alrededor de 6 kilos por torneo. Además de la pérdida de peso, se han encontrado otros cambios fisiológicos en el ajedrecista en competencia, algunos de ellos se evidencian principalmente en la frecuencia cardiaca, la presión arterial, la frecuencia respiratoria y los factores de tipo hormonal, cambios que a su vez también se han relacionado en diferentes estudios con la aparición de los errores técnicos en las partidas. Los anteriores datos son bastante interesantes, sin embargo, se requieren más estudios científicos sobre el tema.
LA FATIGA EN EL AJEDREZ
La fatiga en el ajedrez puede ser definida como el declive en el rendimiento del deportista durante el desarrollo de una actividad de entrenamiento o de competencia. Esta puede ser causada por muchas variables, entre las principales se encuentran: Esfuerzos físicos y mentales en aspectos cotidianos como estudiar y trabajar; el estrés emocional; la falta de sueño; la mala alimentación; la edad; las enfermedades; entre otras. Pero hablando en términos puramente deportivos, la fatiga es causada por la acumulación de estímulos (cargas), planeadas o no, a las que se somete el organismo convirtiéndose también en un mecanismo de alarma, con el que este nos indica que debemos entrar en un estado de recuperación o de lo contrario podríamos causarle daños irreparables.
La fatiga bien planificada es necesaria para el proceso de entrenamiento, por medio de ella se logra alterar la homeostasis del organismo, llevándolo al límite, para después, gracias a una oportuna y adecuada disminución en la intensidad de trabajo (descanso), este comienza a recuperarse, generando un estado de supercompensación, el cual hace referencia a que el deportista alcanza un nivel mayor al que tenía previamente, logrando una nueva adaptación. Este es básicamente el objetivo que se busca con el entrenamiento y es un proceso que debe entenderse muy bien, de lo contrario no estaríamos logrando el efecto de supercompensación, sino el poco deseado sobreentrenamiento que es cuando llevamos a nuestro cuerpo más allá de las posibilidades de recuperación, causando estados crónicos de fatiga, alteraciones en nuestra salud física y mental, y en consecuencia un estancamiento o un declive en el rendimiento (pérdida del Elo). Algo muy común en los ajedrecistas.
TIPOS DE FATIGA
Existen tres tipos de fatiga, según el tiempo de aparición:
Aguda: la que se siente después de una sesión de entrenamiento o de competencia.
Subaguda: es la que aparece luego de varias sesiones de entrenamiento (uno o más microciclos), también se conoce como sobrecarga. Y su objetivo es generar supercompensaciones.
Crónica: también conocida como sobreentrenamiento, es cuando hay un desequilibrio entre el estímulo y la recuperación. Causando una fatiga de gravedad, la cual requiere de un mayor tiempo de recuperación y por consiguiente, generando un bajo rendimiento deportivo.
Componentes del estímulo (carga) en el ajedrez
Los estímulos pueden definirse como las exigencias físicas y mentales a las cuales está sometido el ajedrecista durante las sesiones de entrenamiento o de competencia. Y sus componentes son:
• Volumen: cantidad de ejercicios de entrenamiento (tácticos, técnicos, teóricos, psicológicos, físicos) o de situaciones problemáticas por competencia (aproximadamente 40 por partida).
• Intensidad: complejidad de estos ejercicios o situaciones problemáticas.
• Densidad: relación entre la duración del estímulo y el descanso.
• Tiempo: duración del estímulo.
• Frecuencia: número de sesiones de entrenamiento o competencia en un determinado tiempo.
Es vital que los entrenadores de ajedrez conozcan muy bien estos componentes, para que así puedan asignarlos y dosificarlos de una manera oportuna a sus deportistas, llevando a cada uno de ellos a una fatiga controlada y a un adecuado proceso de recuperación.
INDICADORES DE FATIGA EN AJEDREZ
Esta herramienta se creó con el objetivo de suplir la necesidad de determinar el estado de fatiga en el ajedrecista, y así poder asignar los estímulos de una manera más precisa. Es un instrumento que he venido desarrollando en los últimos años y que utiliza tres variables no invasivas y fáciles de manejar (no son necesarias pruebas de sangre, saliva o de otro tipo), y no requiere de mayor costo económico o de tiempo. Que le permitirá a los entrenadores y deportistas, comprender mejor el funcionamiento del organismo, y así optimizar el rendimiento (ver imagen 3).
Percepción de la fatiga:
En esta se mide la percepción que tiene el deportista sobre su estado de fatiga, en una escala de 1 a 6, siendo 1 el nivel más bajo de energía y 6 el más alto. En términos generales, a pesar de que es una prueba bastante subjetiva, suele entregar resultados medianamente confiables.
Se recomienda llevar dos registros diarios, uno antes de comenzar la sesión y el otro al terminarla. En caso de no poder realizarlo diariamente, es importante hacerlo por lo menos una vez por semana.
Medición antes de la sesión de entrenamiento: Si antes de comenzar el entrenamiento el deportista manifiesta estar en los niveles 4, 5 o 6, significa que se encuentra en buena disposición; si está en nivel 3, se revisa el caso, por ejemplo: se analiza la planificación realizada para verificar que todo esté en orden, además, examinar otras variables como el estado físico y emocional del deportista (en muchos casos estos factores son los causantes del bajo rendimiento) y se determina la pertinencia de continuar con el entrenamiento; pero si el deportista se encuentra en el nivel 1 o 2, lo mejor es programarle un descanso, la duración dependerá de sus características específicas.
Medición al terminar la sesión de entrenamiento: se realiza con el objetivo de verificar si el estímulo planeado tuvo el éxito esperado. Ejemplo: si el objetivo era generar una fatiga completa al deportista y este manifiesta encontrarse en el nivel 5, es importante revisar la planificación, aunque en algunos casos también se debe evaluar la percepción del atleta.
Estado del nivel táctico:
Como he recomendado en anteriores artículos, el componente táctico debe entrenarse diariamente. Debido a la facilidad con la que se puede perder el ritmo, bastan solo unos pocos días para que disminuya la visión táctica y la capacidad de cálculo. Además, existen excelentes plataformas como chesstempo.com, lichess.org, chess.com, chess24.com, entre otras, que computan el Elo específico de este componente, lo que facilita su seguimiento y control. Para saber si el día fue bueno o malo solo debes observar si se aumentó o disminuyó el Elo durante la sesión de entrenamiento. Y para determinar la fatiga subaguda se tiene en cuenta la cantidad de días malos en un grupo de 7 días. En el siguiente ejemplo: tomado de la cuenta de chesstempo.com de uno de mis alumnos se pueden observar los 5 días malos (color rojo), en un grupo de 7 días que va desde el 16 hasta el 22 de octubre. Posteriormente, le asigné un descanso pasivo, de 0 ajedrez de 1 día (también existen los descansos activos, en los cuales se le baja la intensidad, pero se continúa entrenando). Más adelante, se retomó progresivamente el entrenamiento, y finalmente se obtuvo la supercompensación planeada (ver imagen 4).
Estado de nivel práctico:
Al igual que el nivel táctico, en artículos anteriores he recomendado jugar partidas online diariamente, con el objetivo de automatizar lo aprendido y tener material para corregir los errores (principalmente de repertorio). Además de poder hacerle seguimiento al rendimiento. Esta actividad también se puede realizar en las plataformas previamente mencionadas.
Observaciones
• Se debe llevar un registro cuantificable de los estados de fatiga del deportista y de la cantidad de días que este necesite para recuperarse: Así, se pueden realizar análisis de datos y sacar conclusiones importantes sobre cómo realizar la dosificación de los estímulos en el plan de entrenamiento. Buscando que las supercompensaciones coincidan con las etapas competitivas y no que el deportista llegue en estado de fatiga a ellas.
• Cuando este se encuentre realmente fatigado, lo más normal es que se pueda evidenciar en por lo menos dos de las tres variables. Principalmente en las de nivel práctico y nivel táctico. En caso de que solo se refleje en una de ellas, se debe revisar cada situación en particular y así, tomar la posible decisión de continuar trabajando uno o dos días más, o en algunas ocasiones programar una pausa de ese estímulo en específico. Todo esto ajustado a su plan de competencias.
• La mayoría de los deportistas se recuperan entre 1 y 5 días. Esto dependiendo del tipo de fatiga y de actividad complementaria que realicen (trabajo, estudio, actividades extras), del estado de salud, la edad, estilo de vida, entre otros.
CONCLUSIÓN:
La fatiga es necesaria en el proceso de entrenamiento, sin ella no hay supercompensación en el rendimiento del deportista. Pero esta debe tener una correcta planificación, seguimiento y control para cumplir los objetivos propuestos.