En el pensamiento de muchos deportistas, entrenadores, administrativos y familiares, se encuentra como única idea válida, que ganar una partida es un buen resultado y perderla es uno muy malo. El desconocimiento y el orgullo excesivo son las principales causas de una constante frustración para el deportista tras cada derrota, llevándolo a un estancamiento en su rendimiento, un retiro definitivo de la competencia o una situación semejante al “efecto bola de nieve”, que consiste en ese momento incómodo, cuando se pierde una partida y debido la incapacidad para recuperarse emocionalmente (falta de resiliencia), termina perdiendo sucesivamente las siguientes, haciendo que la experiencia sea cada vez más traumática, ocasionado un considerable “desangre de Elo” y afectando gravemente su motivación.
No está mal tener objetivos de resultado, estos claramente son necesarios en cualquier proceso deportivo, lo importante es no caer en lo que el reconocido Doctor en psicología y autor de varios libros del deporte, José María Buceta llama “falsa confianza”, la cual consiste en no tener consciencia sobre las metas que se plantean versus los recursos con los cuales se cuentan. El desconocimiento sobre este concepto básico hace que nos planteemos metas de competencia poco objetivas que solo van a llevar a la ya mencionada frustración. No quiere decir que lo mejor sea volvernos pesimistas o conformistas, de ninguna manera quiero que se lea así, este extremo tampoco es saludable o compatible con el buen rendimiento. Lo ideal es tener “autoconfianza”, que según el mismo Buceta, “implica un conocimiento real de la dificultad del objetivo y de los recursos propios que se pueden emplear para intentar alcanzarlo”.
Un ejemplo cotidiano de esto en el ajedrez sería tener 1800 de Elo FIDE y enfrentarnos contra un Gran Maestro de 2500, las posibilidades de victoria son muy pocas, pero teniendo en cuenta que nadie es invencible y todos tenemos puntos débiles (técnicos o emocionales), podríamos concentrarnos en dedicar buen tiempo en analizar nuestro rival hasta encontrar estas falencias y preparar una estrategia específica para intentar golpearlo en estos puntos con mucha fuerza. De tal manera que existiría una posibilidad que, aunque pequeña real, situación que aumentaría considerablemente nuestra autoconfianza e ímpetu para enfrentarlo y obtener un buen resultado.
Por otro lado, encontramos otro contexto en el que un deportista cuenta con un nivel mayor al de su oponente y cree que solo por esta condición va a ganar de cualquier manera la partida, entrando en un estado de inconciencia que le puede jugar una mala pasada. No se debe caer tampoco en excesos de confianza, “no hay enemigo pequeño” y una sola falla en el proceso cognitivo, puede conducir a una inesperada derrota. Situación muy común en las primeras rondas de los torneos abiertos, donde debido a la aplicación del famoso sistema Suizo de competencia, se enfrentan en muchas ocasiones los deportistas mejor clasificados contra otros de menos nivel, ubicados en la mitad de tabla, y gracias a que los maestros llegan a estos encuentros sin “calentar” y demasiado confiados, suelen pasar muy malos ratos contra un grupo de envalentonados aficionados, quienes en algunos casos logran arrebatarles medio punto o el punto completo. Aunque lo más común, es que con el pasar de las rondas los deportistas vayan ocupando un puesto similar a la su clasificación inicial y con algunas excepciones, los aficionados que en las primeras rondas fueron la gran sorpresa, vuelven a sus lugares de origen, donde concluyen que todavía deben prepararse mejor e incrementar su nivel, para alcanzar los lugares de privilegio.
El Elo como herramienta de objetividad
El ajedrez es uno de los deportes más avanzados en temas de clasificación de sus practicantes. Cuenta con un sistema de puntuación llamado Elo, inventado por el científico húngaro Arpad Elo y utilizado por la FIDE desde el año 1971 para categorizar a los deportistas según su nivel de juego, el cual permite saber con precisión la fuerza competitiva de cada uno de ellos.
Para adquirir el Elo FIDE, es necesario participar en eventos que tengan como característica el movimiento de este ante la FIDE y dependiendo del rendimiento que se tenga en dichos eventos, la puntuación subirá o bajará, ubicando al deportista en alguna de las categorías de rangos Elo, que van desde novato hasta Gran Maestro. Existen también sistemas Elo propios de algunos países, conocidos como Elo nacional, los cuales no tiene mucho valor a nivel internacional, pero son utilizados para intereses locales. Así mismo, muchas plataformas de internet relacionadas con la práctica y el entrenamiento cuentan con un Elo interno que no tiene valor para la FIDE, con excepción de la plataforma chessarena.com, que cuenta con un Elo virtual oficial, que a su vez es diferente al Elo del ajedrez presencial.
Es importante tener en cuenta que entre más participaciones tenga un jugador en eventos que registren Elo FIDE, mayor es la precisión con la que este refleja su nivel. Es por esta razón que todavía existen muchos deportistas con niveles muy altos, incluso similares a los de jugadores titulados, que no cuentan con esta medida oficial o que tienen muy poco rating, esto debido a que no han tenido la posibilidad de participar con regularidad en dichos eventos o que por alguna razón no han querido hacerlo. Situación que altera de cierta manera las premiaciones de las categorías de aficionado y el movimiento de Elo de los deportistas a los que enfrentan este tipo de jugadores.
Teniendo en cuenta las características básicas del Elo, podemos identificar que esta herramienta permite pronosticar con alta precisión el resultado de una partida entre dos deportistas que posean una diferencia significativa de rating, haciéndonos una idea del posible desenlace de un encuentro entre dos jugadores cualquiera, siempre y cuando, ambos tengan un Elo definido. A continuación, presento una propuesta estadística de probabilidad de victoria que he venido desarrollando hace años, por medio del análisis de datos recolectados en eventos y las partidas jugadas por mis alumnos, ya sea de manera presencial o virtual. Entendiendo que existen diferencias de inflación entre las dos medidas, pero que a la hora de la verdad ambas pueden evidenciar la diferencia de nivel entre deportistas enfrentados en el mismo terreno.
En la anterior tabla podemos observar en la primera columna, el número del rango de Elo a al que corresponde cada fila, en la segunda, los valores de este rango en el que se encuentra la diferencia entre el Elo de los deportistas que se enfrentan, y en la tercera, los porcentajes de probabilidad de victoria que se tiene. La zona de color verde representa mejores probabilidades frente a un rival de un nivel similar o inferior, mientras que, en la zona de color amarillo están los rangos con probabilidades menos favorables.
Retomando el ejemplo de párrafos atrás, donde un jugador de 1800 de Elo enfrentaba a un Gran Maestro de 2500, podemos identificar que la diferencia es de 700 puntos de nivel, lo que nos lleva al rango 21 de dicha tabla, que representa valores de desventaja mayores de 501 puntos, dándole al jugador una probabilidad de victoria de 1%, pequeña pero existente, sobre todo si se conocen específicamente sus debilidades y se tiene un buen plan para castigarlas, situación que a pesar de ser muy escasa se ha presentado en la práctica.
Esta herramienta la utilizo con mis alumnos con la intensión de que puedan plantearse objetivos de resultado conscientes, donde tengan en cuenta la dificultad individual en cada partida y la media de Elo del rival que podrían enfrentar en competencia. Con ella he logrado mejorías importantes en el manejo de control emocional y la tolerancia a la frustración, lo que se ha visto reflejado en un mayor rendimiento de muchos de ellos. Aclarando también, que los números presentados en la tabla son valores aproximados basados en mi experiencia como entrenador, teniendo en cuenta temas cuantitativos y relacionándolos con el concepto cualitativo de la autoconfianza, que he ido moldeando en los deportistas y ha sido probado por ellos mismos en competencia. No incluyo la probabilidad de empate porque por ahora no lo considero necesaria. Aunque se entiende que es uno de los tres resultados posibles en el ajedrez y que entre más parejos sea el nivel de los deportistas, mayor es la probabilidad de terminar en tablas. Igualmente pienso que ninguna partida se debe jugar a empatar, ya que este tipo de mentalidad limita nuestras capacidades, va en contra del espíritu deportivo y disminuyen las probabilidades de victoria.
A continuación, presento algunas recomendaciones para el planteamiento de objetivos de competencia:
• Proporcionar mayor importancia a los objetivos de proceso que a los de resultado. Por ejemplo: realizar un mayor porcentaje de jugadas buenas que en el torneo anterior, gestionar bien el tiempo, mejorar los hábitos durante la competencia, declinar las ofertas de tablas si todavía tengo posibilidades de ganar, entre otros. Si nos concentramos más en el desarrollo deportivo a mediano y largo plazo que en los resultados inmediatos, tendremos mayores posibilidades de tener una exitosa carrera deportiva y de paso nos quitamos ese peso emocional de tener que ganar como sea y muy probablemente terminaremos obteniendo también muy buenos resultados a corto plazo.
• Identificar los momentos de falsa confianza, empezar a registrarlos en una libreta y hacerles seguimiento para lograr una mayor consciencia de ellos y trabajar el concepto de autoconfianza. Realizando primero un buen proceso de autoconocimiento, que nos permita comprender tanto nuestras fortalezas como debilidades. Estas últimas no deben ser motivo de vergüenza, ni debemos engañarnos a nosotros mismos pensando que no existen, lo importante es ocuparse de ellas para disminuirlas poco a poco.
• Sin importar la diferencia de nivel en la que nos encontremos durante la competencia, es necesario normalizar cualquier resultado. Por ejemplo, es muy común que se cedan puntos con rivales de menos Elo en todas las competencias, le pasa al campeón mundial de ajedrez o al de cualquier otro deporte. Así que es importante presupuestar esto para no entrar en un estado de frustración a medio torneo. La posible meta podría ser lograr la mayor cantidad de puntos posibles con rivales de menos Elo (no ceder más de un punto). A esto se le llama tener un “colchón emocional” y es muy útil para mantener el equilibrio en competencia.
El tema de la objetividad a la hora de plantearse metas de competencia es bastante amplio y debe tratarse con mucho cuidado. De este depende en gran medida la salud mental de los deportistas, y nada ganamos si solo se le da importancia a lo netamente ajedrecístico. El deportista debe llevar integralmente su desarrollo técnico, físico y psicológico. En una próxima edición de la revista, continuaremos hablando de este tema y compartiendo más herramientas metodológicas.