Martín Zubimendi fue campeón de ajedrez de Guipúzcoa a los 11 años. Esta experiencia le proporcionó herramientas cognitivas que ha trasladado a su carrera profesional como futbolista: concentración, pensamiento estratégico, capacidad de análisis y toma de decisiones bajo presión. A lo largo de su trayectoria ha mostrado una forma de juego asociada a la anticipación, la organización táctica y la lectura inteligente del entorno, elementos típicos del ajedrez posicional.
Durante su tiempo en la Real Sociedad, Zubimendi acumuló más de 230 partidos oficiales y se convirtió en un referente del mediocampo. Su estilo se caracteriza por movimientos racionales, administración del espacio y ritmo de juego medido, lo que lo hace destacar como un jugador cerebral. El entrenador Imanol Alguacil y sus compañeros lo describen como alguien que representa los valores del club: disciplina, compromiso y visión colectiva.
Recientemente ha sido traspasado al Arsenal por aproximadamente 70 millones de euros, tras rechazar propuestas anteriores de clubes como Liverpool o Bayern. La decisión de unirse al equipo londinense fue motivada por su afinidad con el estilo de juego que se practica allí: dinámico, táctico y con proyección. Compartirá equipo con Martin Odegaard y Mikel Merino, con quienes ya coincidió en la Real Sociedad.
En el Arsenal, el técnico Mikel Arteta lo ha definido como un jugador que aportará calidad e inteligencia futbolística, con un perfil idóneo para asumir un papel estratégico dentro del sistema. Zubimendi usará el número 36, el mismo con el que debutó en su equipo anterior y con el que ganó la Copa del Rey. Su contrato incluye mejoras sustanciales y una vinculación por cinco temporadas.
En entrevistas y reportajes se destaca que el ajedrez no fue solo una afición infantil, sino una práctica formativa con efectos concretos en su rendimiento futbolístico. Zubimendi estudia a sus rivales con métodos similares a los del análisis ajedrecístico: identificando patrones, puntos débiles y ritmos. Su enfoque como pivote tiene similitudes con las fases intermedias del ajedrez, donde la previsión y la estructura lo son todo.
En diversas plataformas deportivas se lo considera un ejemplo de cómo el ajedrez puede formar atletas con inteligencia situacional, pensamiento crítico y fortaleza mental. Su caso ilustra el potencial de integrar disciplinas cognitivas en el entrenamiento de alto rendimiento, sin haber recurrido a estructuras educativas formales en esa interdisciplina, lo que refuerza la idea de que el aprendizaje vivencial puede dejar huellas profundas en el desarrollo profesional.
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