La rutina se repetía cada vez que la iraní Sara Khadem viajaba al extranjero para participar en torneos de ajedrez: entre la contemplación de las aperturas y la evaluación de sus oponentes, la ajedrecista de más alto rango no perdía de vista a las cámaras que rondaban la sala, y se quitaba el pañuelo en cuanto dejaban de rodar.
Pero cuando llegó la invitación para un torneo en Kazajstán en diciembre, el primero de Khadem en tres años, la jugadora de 25 años supo que no quería seguir fingiendo.
"Me sentía, digamos, infiel a la gente si hubiera ido con el pañuelo en la cabeza", dijo. "No me parecía bien".
Poco después, Khadem, la mejor ajedrecista femenina de Irán y número 17 del mundo entre las mujeres ajedrecistas, aterrizó en Almaty. Empezaron a circular fotos de ella, ensimismada y con el pelo al descubierto, mientras se enfrentaba a rivales en los Campeonatos Mundiales Fide de Rápidas y Blitz.
Como el hiyab es obligatorio para las mujeres según la ley iraní, algunos vieron en la decisión de Khadem una señal de apoyo a las protestas que se han apoderado de Irán desde la muerte de Mahsa Amini mientras estaba detenida. La mujer iraní-kurda estaba detenida por la policía de moralidad del país tras ser arrestada por infringir supuestamente el estricto código de vestimenta iraní para las mujeres.
Para Khadem y su marido, el cineasta Ardeshir Ahmadi, la aparición en el torneo marcó un punto de inflexión; desde el nacimiento de su hijo el año pasado, la pareja había estado sopesando la posibilidad de trasladarse a un país más seguro.
Según Ahmadi, la aparición de Khadem en el torneo adelantó los plazos. "Me dijo: 'Me encantaría ir al torneo, pero no voy a llevar el hiyab'", explicó Ahmadi, de 32 años. "Le dije: 'Vale, si esa es tu decisión, te apoyo y podemos ir a España'".
La pareja y su hijo de 11 meses aterrizaron en el país a principios de enero; su camino hacia la residencia se vio facilitado por la condición de deportista de élite de ella y por una propiedad que poseían en el país.
"He oído rumores de que lo hemos hecho para conseguir asilo o algo así y poder trasladarnos a España", dijo Khadem, también conocida como Sarasadat Khademalsharieh. "Sólo quiero dejar claro que no utilizamos ningún motivo político para irnos porque no lo necesitábamos".
Khadem es la quinta gran maestra que abandona Irán en los últimos años; varias de ellas se trasladaron al extranjero tras jugar internacionalmente sin pañuelo en la cabeza. La marcha de Khadem, sin embargo, ha tenido como telón de fondo el movimiento de protesta que se ha extendido por Irán en los últimos meses.
Las autoridades iraníes han intentado reprimir las manifestaciones, ejecutando al menos a cuatro personas y deteniendo a más de 19.500, según el grupo Activistas por los Derechos Humanos en Irán. Se cree que han muerto más de 500 manifestantes. Las autoridades iraníes no han facilitado cifras oficiales sobre muertes o detenciones.
Aunque Khadem se ha esforzado por desvincular su traslado del movimiento de protesta -describiendo la mudanza a España como una "decisión familiar" en las redes sociales-, la política del país ha seguido a la familia.
Los problemas de seguridad han obligado a la pareja a mantener en secreto su ubicación exacta en España. Khadem subrayó que fue ella sola quien tomó la decisión de renunciar al velo. "Si tuviera que responder ante alguien por esto, creo que debería ser yo y no la familia".
La pareja ha intentado pasar desapercibida en su nuevo país, dijo Ahmadi. "Lo que ella hizo no se considera político en la mayoría de los países", añadió. "Pero en Irán, todo es político".
Su punto de vista está teñido por la experiencia; en 2014, Ahmadi estuvo detenido en la prisión iraní de Dastgerd durante tres meses, después de un arresto que se cree que está relacionado con un documental que hizo sobre una banda underground.
Mientras la pareja intenta dejar atrás el pasado e instalarse en sus nuevas vidas en España, su atención se centra ahora en reconstruir la carrera de Khadem tras un paréntesis de años provocado por la pandemia y el nacimiento de su hijo. El traslado a España le ha permitido profundizar en el deporte del que se enamoró cuando tenía ocho años.
Tiene previsto representar a Irán en torneos internacionales, en un guiño a la patria a la que la pareja espera regresar con el tiempo. "La decisión que tomé en Almaty fue una decisión personal. "Así que cuando vuelva a Irán -como estoy segura de que haré- responderé a quienes me pregunten qué sentí".